miércoles, 2 de abril de 2008

Estoria: Día 5.6

Por la tarde, Norton se reunió con un pequeño grupo de personas que él mismo había elegido como su núcleo de confianza para explicarles el plan.
-Todos los residuos que llegan desde la Zona Rica son transportados hasta aquí desde las cloacas. Éstas conectan todo Lijón desde el subsuelo, por lo que si se conocen bien podemos entrar sin ser vistos a cualquier zona de la ciudad.
-Pero no tenemos los planos de las cloacas –contestó uno de los hombres, conocido como Rimbo.
-Yo los conozco de memoria, ayudé a diseñar los planos hace ya más de diez años; ahora mismo me pondré a dibujar los planos, tanto los de las cloacas como todos los demás que nos sean necesarios –Norton parecía tenerlo todo muy bien planeado, es como si su desconfianza hacia Masid le hubiera hecho agudizar el ingenio frente a una posible traición-. Nos dividiremos en tres grandes grupos: uno de ellos irá hacia el puerto, allí hay se encuentran gran parte de los almacenes, por lo que nos podremos proveer de comida, combustible y, si tenemos suerte, incluso de armamento. Este grupo deberá ir de noche, siendo el primero en partir; una vez tomado todo lo necesario, se pondrá en contacto con los otros dos grupos. Cuando todos estemos bien equipados, nos volveremos a dividir, yendo cada uno de los grupos a una zona estratégica. El primer grupo volverá al puerto, el segundo irá hacia el polígono industrial, allí debería haber más almacenes. El último grupo se dirigirá hacia la Zona Rica, donde deberá tomar la zona de la policía y, lo que es más importante, la mansión de Masid. La mansión es la única zona de toda la ciudad que está fuertemente protegida, por lo que el factor sorpresa será determinante.
-¿Conoces el sistema de seguridad de la mansión? –preguntó una mujer, llamada Niny.
-Conozco todos los controles, menos el de la Habitación de Seguridad: es una habitación contigua al dormitorio y al despacho de Masid, diseñada para casos de emergencia –Norton hizo una breve pausa, para garantizar que todos estuvieran entendiendo el plan-. El jardín está protegido por unos diez guardias. Dentro de la mansión, hay cinco guardias por planta, detectores de movimiento en las ventanas y en las puertas de entrada a la casa. La zona más vigilada es la última planta, la zona donde duerme Masid; el número de guardas se duplica, además existen sensores en el suelo que se disparan si el número de personas programado para ese día varía, cada guarda tiene una tarjeta que ha de pasar por un lector cada vez que entra en una habitación o sale de la última planta.
-Va a ser complicado atrapar a Masid –la que ahora hablaba era la otra mujer del grupo, Tiama-. ¿Cómo haremos para hacernos con él?
-Una vez que la ciudad esté tomada, Masid no nos supondrá ningún problema. Atraparlo ya sólo será cuestión de tiempo. Además, a la casa podemos acceder por una galería que la comunica con el cuartel de la policía. Sólo hemos de ser sigilosos en el cuartel, para evitar que algún policía pueda dar la alarma. Si nos encargamos rápido de los guardias del jardín, podremos entrar a la casa por la puerta de atrás, ya que al menos tres de los guardias poseen la llave que la abre.
Una vez que todo quedó arreglado, Masid se puso manos a la obra con los planos de las cloacas y de la ciudad. En un par de días su plan se llevaría a cabo.

Estoria: Día 5.5

Parecía un milagro, pero en tan sólo tres días Norton había devuelto la esperanza a su pueblo. La aflicción se había convertido en ira, y ésta a su vez en venganza, en ganas de hacer sentir al hombre que allí los había confinado lo mismo que ellos y sus familias habían sentido.
Se corrió rápidamente la voz de que existía un hombre que conocía la forma de dar la vuelta a su situación, que les podía devolver la libertad, y nadie dudó un instante a sumarse a la causa. Norton había reunido para su causa a un ejército de más de veinte mil personas, prácticamente la totalidad de la Zona Pobre, exceptuando niños, enfermos y ancianos. Ahora sólo quedaba trazar un plan, o más bien exponer el plan que tenía trazado desde que llegó a aquel lugar.
Era media mañana, y toda la población de los Desamparados estaba pendiente de lo que su nuevo líder tenía que decirles.
-Amigos, todos estamos hartos de sufrir las injusticias dictatoriales de Masid. Hemos caído todos presos de sus caprichos y su despotismo, siendo enviados al mismo Averno –el discurso de Norton tenía en vilo a toda su gente, no se oía más que su voz, parecía que incluso el viento hubiese parado por un momento para oír lo que este hombre tenía que decir-. Pero su reinado de arrogancia ha concluido; hoy nace un nuevo gobierno, construido desde los cimientos del dolor y el sufrimiento, pero que devolverá la paz y la igualdad a estas tierras. Ya nunca más tendremos que estar temerosos de las atrocidades de un déspota asesino, podremos volver a confiar en la justicia –en este momento, Norton hizo una pausa, que fue seguida por un gran clamor y una fuerte ovación; estaba claro que esta gente le seguiría al fin del mundo si hiciese falta.
-Debemos actuar, destruir las cadenas que nos tienen atenazan; derrocar a quienes nos han tenido presos; y acabar con ellos hasta que no quede ni uno solo que no haya purgado sus pecados –un último estruendo de júbilo y cientos de vítores pusieron fin al discurso. El corazón de toda esa gente estaba ya rebosante de esperanza, de una esperanza que no se haría realidad hasta no haber llevado a cabo una rebelión. Una rebelión que tardaría muy pronto en comenzar. Sólo había una persona que parecía indiferente al discurso de Norton; un hombre había permanecido sentado y con la cabeza gacha durante todo el tiempo. Norton le conocía de vista, había sido vicepresidente de Rashin, la compañía de Masid, hasta que éste le expulsó por no acordarse de colocar flores frescas en su despacho. La historia de este hombre se hizo famosa en toda Lijón, pues fue la prueba palpable de hasta dónde podía llegar el despotismo de Masid. Desde entonces Devin, que así se llamaba el hombre, había deambulado por la Zona de los Desamparados sin hablar con nadie, y parecía sumido en un continuo sonambulismo del que había perdido ya toda esperanza de despertar.

Estoria: Día 5.4

Después de los saludos y las preguntas de rigor tras un reencuentro se dirigieron a la casa de Omaru. Era una vivienda grande, con varios dormitorios, pero a la vez muy humilde, fuera de todos los lujos que Tevo pudo suponer a un hombre de la posición social de Omaru. Por fuera la casa presentaba una forma ovalada, debido a los dos pisos de altura de los que constaba, con una puerta principal algo más pequeña que las del resto de Manieva, y numerosos ventanales, que dejaban entrar la luz con total facilidad. Por dentro, la planta de arriba, a la que se ascendía a través de una escalera de caracol, estaba destinada a la mayor parte de los dormitorios, compuestos únicamente por las camas, una pequeña mesita, un tocador con espejo incluido y una alacena donde almacenar el equipaje. En la parte de abajo se encontraban la cocina, donde estaba ubicada la chimenea, así como unos cuantos utensilios para cocinar; un pequeño comedor con dos confortables sofás de tres plazas cada uno y tres sillones, además de una mesilla y un armario con diversos tipos de bebidas y vasos; y la habitación para las mujeres, dotadas de los mismos muebles que las habitaciones de la planta superior, pero con dos camas, además de una pila con agua y jabón para la higiene íntima.
Los recién llegados sólo tuvieron tiempo de deshacer el equipaje, ya que la hora de la comida estaba ya bastante adelantada, y además tras tres días de camino ya tenían ganas de llevarse a la boca algo comida casera. Yurima, la casera de Omaru, había preparado pato asado, relleno con paté, patatas con huevos y una ensalada de tomate, lechuga y queso.
Durante la comida, Omaru se interesó por el viaje de Tevo, y se extrañó mucho al oír la historia del barco lijón que les había atacado. Después de que Tevo finalizara su relato, Omaru conservó un semblante pensativo y algo meditabundo durante todo el día.
El resto de la tarde lo dedicaron a pasear un rato por la ciudad, admirando las numerosas y hermosas obras de arte expuestas por toda Manieva. La mayoría estaban esculpidas en barro o piedra, y formaban figuras de todo tipo y muy diversas, aunque se dejaba intuir que existían varios estilos, los cuales conjuntaban a las esculturas por su época, significado o autor. Estaba claro que de existir un lugar en el mundo donde el arte y el pensamiento humano adquirían forma, ese era Manieva. Por todos lados se podía sentir el afán de creatividad y curiosidad que albergaba este pueblo desde lo más hondo de su sino.

Estoria: Día 5.3

Era casi mediodía cuando llegaron al núcleo de la ciudad. Manieva era mucho más impactante que Nono, ya que era casi tan grande como Teloria, aunque guardaba muchas diferencias con ella. Tevo, que desde su llegada al Continente Verde no había dejado de asombrarse, quedó maravillado con el espectáculo que la ciudad le ofrecía. Parecía imposible que tanta gente pudiera convivir con su entorno de una manera tan sencilla, sin alterar el curso de la naturaleza; es más, aprovechando estos en su beneficio.
Nada más llegar, buscaron a Omaru, un viejo amigo de Torhen quien les acogería en su casa mientras durase el Consejo. Lo encontraron muy cerca de su casa, charlando tranquilamente con unos vecinos. Omaru era un hombre de 61 años, de escasa estatura y enjuto, pero poseía una mirada penetrante, que denotaba una gran sabiduría y una firme templanza. Pese a su menudo aspecto, Omaru era un hombre muy fuerte, así como muy preparado en las artes de la guerra. Se ganaba la vida como profesor de filosofía y oratoria en Lacovo, siendo además político y portavoz de Manieva en el Consejo de Natura. Con el tiempo Omaru se había convertido en uno de los personajes más importantes y respetados de todo el Continente Verde. Torhen y él se habían conocido siendo niños, cuando Torhen fue a Lacovo a realizar sus estudios. Fueron compañeros durante toda su época estudiantil, que duraba diez años, y nada más conocerse se habían vuelto inseparables.
Cuando Omaru vio llegar a Torhen y sus compañeros esbozó una gran sonrisa, saludando a su amigo con un sincero abrazo. –Querido amigo, ya comenzabais a preocuparme, os esperaba hace casi dos días.
-Tuvimos una visita inesperada y tuvimos que retrasar nuestra partida-. Torhen extendió el brazo en dirección a Tevo, dejando bien claro que era él el motivo del retraso-. Te presento a Tevo, viene desde Teloria. Su barco fue atacado por una flota lijona cerca de la costa gensa, y él fue arrastrado por la marea hasta nuestras playas.
-Vaya, no me explico porqué querría un barco lijón atacar a un mercante telorio, y aún es más inaudito que lo hiciera en la costa de Gensa. –Omaru pareció muy contrariado y a la vez intrigado por la historia de Tevo. -¿Cómo te encuentras ahora muchacho?
-Ya estoy recuperado. Toussa y Torhen han sabido cuidar muy bien de mí, de todos modos tuve mucha suerte, ya que cuando me encontraron sólo sufría insolación y desnutrición. –Tevo parecía incómodo al ser el centro de atención.

Estoria: Día 5.2

Algunos de los hogares tenían a la entrada un pequeño jardín, rodeado por un muro de piedra de alrededor de un metro de alto; de esta manera evitaban que los animales entrasen en los jardines y, además, resguardaban las flores más delicadas del frío y el viento. Existían otros con un porche habilitado para descansar o simplemente charlar de forma tranquila, donde se podían ver asientos y mesas de piedra o madera, y algunos maceteros para decorar y dar algo más de vida a estos porches.
Junto a algunas casas se ubicaban en muchas ocasiones corrales, que guardaban a gallinas y gallos, cabras, ovejas o vacas. Tenían un suelo cubierto de paja y unos muros hechos exclusivamente de piedras, colocadas una sobre otra; la mayoría estaban tapados por un techo que evitaba que las bestias se vieran expuestas a las inclemencias del tiempo.
En el centro del pueblo se situaba la Zona de Reuniones, formada por unas gradas que servían para que los asistentes al Consejo de Natura pudiesen atender a los oradores sin problemas de visión ni acústicos; para que los políticos tuvieran un lugar para realizar sus mítines en época de elecciones; o simplemente para las interpretaciones teatrales y artísticas. A la espalda de la zona de reuniones se encontraba el mercado, un lugar de encuentro para todos aquellos que quisiesen intercambiar sus productos, que estaba compuesto por un suelo empedrado y un tejado asentado sobre gruesos pilares de piedra y barro. los días de lluvia o excesivo viento se corrían unas lonas de tela que estaban unidas a los pilares y sujetas por cuerdas, y que los días de buen tiempo permanecían recogidas.
También había cinco pozos: uno a pie de cada camino, a la entrada de Manieva; otro en el centro del pueblo; y otro al oeste, cerca del campo de cereales. Dentro ya del pueblo se encontraban situados en puntos estratégicos cuatro aljibes, que almacenaban el agua de lluvia para que ésta sirviera para el consumo humano o animal, y que se extraía mediante cubos o con un mecanismo de bomba de acción manual, dependiendo de la antigüedad de los aljibes. Incluso en algunas casas habían construido un pequeño aljibe en el exterior, al que iba a parar el agua de lluvia caída sobre los tejados gracias a que las cañerías la desviaban hacia ellos.
También había dos lavaderos, uno al este y otro al oeste de la ciudad. El del oeste era algo más pequeño que el del este, de forma rectangular, un techado de estructura muy sencilla y al que acudían los habitantes de la zona oeste o los agricultores. El lavadero del este era mucho más grande, de forma ovalada, que recogía el agua de una fuente cercana y que tenía un tejado mucho más elaborado, con columnas de piedra muy gruesas, y el techo reforzado con pilares de madera que lo atravesaban de forma transversal.

Estoria: Día 5.1

Tras tres días de viaje por fin llegaron a Manieva. Esta ciudad era mucho más grande que Nono: situada sobre una gran meseta, Manieva era la ciudad más importante de entre todos los Pueblos Pacíficos. Sus gentes se dedicaban sobretodo a la agricultura, la ganadería y la recolección; sin embargo este pueblo destacaba por su escuela de filósofos y pensadores. De hecho, el resto de pueblos pacíficos enviaban a sus niños para que estudiasen en las escuelas manievas.
Cerca del camino a Nono, desde donde venían Toussa, Tevo y Torhen, se encontraba el bosque de la Fruta Blanca, llamado así porque la mayoría de las flores que allí se encontraban eran blancas o con matices muy claros. El olor les llegó a los viajeros de una forma lejana, pero intensa, dándoles la bienvenida a la ciudad.
Lo primero que se encontraban los que por el camino a Nono llegaban era la Montaña Pico al Cielo, la montaña más grande de todo Pray, de la que nacía el río el Pico, que abastecía de agua al Bosque de la Fruta Blanca, ya que lo atravesaba de punta a punta.
Si seguían por el Camino llegaban a la ciudad de Manieva, pero si torcían su rumbo hacia el este alcanzaban Lacovo, la zona de las escuelas. Era una región muy particular, llena de pabellones con grandes paredes, que servían a la vez de escuela y de biblioteca. En los pueblos pacíficos no utilizaban el papel ni el pergamino, de hecho sólo en Manieva usaban la escritura, por lo que utilizaban las paredes de las escuelas a modo de pizarra. Cada vez que realizaban un descubrimiento cultural de cualquier tipo, lo representaban en una pared, de esta manera los pabellones de Lacovo estaban formadas por enormes murales que guardaban todos los conocimientos de los pueblos pacíficos.
Las enseñanzas solían darse al aire libre, reservándose las clases para los días en los que las condiciones climatológicas no eran propicias o para aquellas sesiones en las que el estudio de los murales se hacía imprescindible.
Un pozo de piedra daba la bienvenida a Manieva a todos aquellos que llegaban desde el camino a Nono; junto a él se encontraba un pequeño bebedero para que los animales pudieran aplacar su sed. La ciudad estaba llena de casas fabricadas con barro, paja y cal, con unos pilares de madera. Muchas de estas casas tenían dos alturas, destinada la más elevada para las habitaciones. Se trataban de casas con una estructura redondeada u ovalada, dependiendo de su tamaño; con una puerta principal hecha de madera y unas pequeñas ventanas de cristal. El techo era de paja, aunque también los había de tejas, hechas a base de arcilla o barro cocido, y de la mayoría de estos techos sobresalía una chimenea que ayudaba a guarecerse del frío a los habitantes de las casas. Tevo observó que ciertas casas tenían el techo de vidrio, de tal forma que de día entraba más luz y por la noche se podían ver las estrellas. Estos techos de vidrio habían sido construidos en Nono por expertos vidrieros, quienes también habían construido las ventanas de todas las casas manievas.

Estoria: Día 4

Desde bien temprano habían comenzado a preparar la estrategia de asalto a Lijón y Teloria. Sukone optaba por atacar primero el país vecino, a través de la Cordillera Frontera, para más tarde abordar a los lijones. Pero Kok tenía otro plan:
-Debemos lanzar una flota hacia cada puerto a la vez. Así evitaremos que Lijón pueda ser informada y les dé tiempo a reaccionar. Somos conscientes de que sus armas son más avanzadas que las nuestras, por lo que si nos están esperando perderemos toda opción de victoria. Además, sus puertos están desprotegidos, llevan demasiado tiempo sin conocer una guerra, ya no tienen enemigos naturales, por lo que la vigilancia es mínima en esa zona. Sin embargo, aún guardan en Teloria varios hangares con armamento en el puerto, que podremos saquear para conseguir armas y desnivelar la balanza a nuestro favor. El mayor problema será llegar hasta el puerto sin ser detectados y atacados.
-Por eso no te preocupes- dijo Sukone- hace una semana conseguí abordar tres barcos telorios. Son barcos comerciantes, por lo que no llevaban armas a bordo, pero son muy grandes, en total podemos esconder en ellos a cerca de cuatrocientos hombres, que servirán de avanzadilla. Una vez que lleguen al puerto, desembarcarán rápidamente; en medio del caos será fácil apoderarse de los barcos de guerra telorios atracados en el puerto y el resto de la flota llegará sin demasiados problemas. Una vez tomado el puerto y con las nuevas armas, nos haremos con el control de Ciudad Cabo y destruiremos el polígono industrial. De esta manera Teloria no tardará en caer.
-Pero podrán atrincherarse en Ciudad Central.
-Eso no es problema, ¿Cuánto tiempo podrán aguantar sin comida y sin energía? Es más, buena parte del agua la consiguen de la desalinizadora situada cerca del puerto, que una vez tomado éste no será difícil de destruir. El único problema será hacerse con el control de Ciudad Mar, pero es un núcleo muy pequeño que no tendrá demasiada dificultad el atacarlo.
Kok estaba asombrado por la astucia de su compañero. Con él al lado, todo se tornaba más sencillo. Pero aún quedaba el problema de Lijón.
-Lijón será mucho más complicada que Teloria de conquistar-. Recordó Kok a su amigo genso- Su policía privada está muy bien preparada, y su polígono industrial está mucho más protegido.
-Es cierto, pero su puerto es más débil que el telorio. La policía de allí sólo se preocupa de proteger a Masid y a su empresa, el puerto apenas sirve para comerciar con Teloria y para unos pocos pescadores. Y una vez derrotados a los Comerciantes será mucho más simple hacerse con el control de Lijón, ya que podemos atacar desde el río Claro para desestabilizarlos, mientras nos hacemos con el puerto-. Sukone exponía su plan como si llevara toda la vida meditándolo- La población lijona es cada vez menor, gracias a la política de segregación de Masid, por lo que nos enfrentamos a un pueblo de unos ochocientos a mil habitantes, incluidos ancianos y niños. Y la defensa es simplemente urbana, no está preparada para una guerra.
Una vez preparado el plan, ya sólo quedaba entrenar a los hombres para que todo resultara un éxito y no quedara nada a la improvisación. Ambos acordaron reunirse con todo su ejército la siguiente semana, por lo que Sukone regresó a Gensa para comenzar a ultimar los detalles.