jueves, 15 de noviembre de 2007

Estoria: Día 1.1

El bote llevaba ya tres días navegando a la deriva. Tres días sin comida, sin agua y con el tormento del ataque que le había forzado a abandonar su barco para huir en aquel pequeño bote junto con otras ocho personas. Ahora sólo quedaba él, deshidratado, hambriento, dolorido y maldiciendo su desgracia, la misma que le había acompañado desde la cuna y que había vuelto con más fuerza para derribarle en el único momento en el que se había sentido dichoso. No iba a salir de ésta. Su aventura había terminado antes incluso de empezar. Cerró los ojos, pero no consiguió dormir, entrando en un estado en el que la muerte hubiera sido un dulce alivio.
La humedad de su frente le hizo volver en sí; abrió los ojos y creyó estar muerto, aunque aquel sitio donde se encontraba no se parecía en nada a su idea del cielo. Se hallaba en una habitación iluminada por la luz del mediodía, que entraba por el ventanal de una pared. Parecía una casa cueva, de las que había oído hablar en la facultad, con las paredes llenas de cal, una chimenea y escasa en muebles. Tras unos segundos cayó en la cuenta de que no estaba solo.
-Ya era hora de que despertaras.- Dijo la chica que le acompañaba. Era de piel muy morena, con el pelo largo y negro, engarzado en una trenza que le recorría toda la espalda, y los ojos gris muy claros, como llenos de luz. Llevaba un vestido raso blanco de seda sin mangas, que le cubría hasta los tobillos.- El estramonio te ha hecho más efecto del que esperaba. Has dormido casi quince horas seguidas. Debes estar hambriento, voy por algo de comer.
La chica se levantó y salió de la habitación, volviendo al instante con un caldo caliente y unas frutas.- Come, te sentará bien. Por cierto, me llamo Toussa, ¿y tú?.
-Mi nombre es Tevo, de Teloria.- Presentaba un aspecto horrible; tenía el pelo tan sucio que su castaño claro habitual se había tornado más oscuro, y sus ojos, normalmente llenos de vida, se encontraban hinchados y rojizos, enclavados en sus cuencas debido a la inanición que había sufrido durante varios días.
-bueno, Tevo de Teloria, ¿qué extraños asuntos te han hecho aparecer aquí de repente, en un bote, solo, y tan lejos de tu hogar?
-Trabajo como comerciante. Éste era mi primer viaje a Nono, pero cuando estábamos cerca de la costa de Gensa nuestra embarcación fue atacada; sólo pudimos escapar nueve personas en un bote salvavidas, pero tras cinco días a la deriva sólo yo conseguí sobrevivir.
-Vaya, ¿y para qué querrían los gensos atacar un barco mercante telorio?. Tengo entendido que son gente muy cerrada, que llevan generaciones sin entablar relación alguna con ninguno de los demás pueblos de Pray.
-Lo más extraño es que el barco que nos atacó pertenecía a la marina de Lijón, pero ellos no tienen barcos de guerra.- Tevo se bebió de un trago el caldo, peló una naranja y continuó su historia mientras la partía.- Veníamos buscando forja, alimento sazonado y especias; a cambio traíamos un nuevo modelo de motor eólico pero, ahora ya, todo esto de poco sirve.
-Por eso no te preocupes, ahora descansa. Mañana mi tío Torhen y yo partimos hacia Manieva; si quieres puedes acompañarnos, y después te acompañaremos hasta Bukón. Desde allí podrás volver a Teloria.- Toussa se puso en pie, se despidió y salió de la habitación. Tevo acabó su comida y volvió a dormirse.
Ya entrada la tarde, Toussa entró de nuevo en la habitación, e invitó a Tevo a dar un paseo por Nono, para que así pudiera conocerlo. Tevo se levantó y la acompañó fuera.

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