jueves, 15 de noviembre de 2007

Estoria: Día 1.2

Nada le sorprendió más en su vida: aquel pueblo era tal y como se lo habían descrito, pero ello no disminuyó su asombro. Se encontraba en la falda del monte Nonio, cerca del río Largo. Buena parte de la falda estaba ocupada por decenas de casas cueva como la de Toussa, algunas con una pequeña entrada, formada por unos muros bajos en forma de valla, y otras con una sencilla puerta de madera. También había varios cucos, hechos exclusivamente de piedras, una sobre otra, donde se almacenaban herramientas y alimentos. Un par de aljibes saciaban la necesidad de agua pura al pueblo; aunque de estos aljibes sólo podía apreciarse la construcción cerrada de la parte superior, eran capaces de albergar cerca de un millón de litros de agua cada uno.
-En esta parte vivimos los artesanos. Los agricultores y ganaderos viven cerca de los campos de cultivo. Te los enseñaré, no están muy lejos de aquí.- Toussa estrechó la mano de Tevo y lo condujo hasta las viviendas de los agricultores.
Fueron bordeando el río Largo, que era grande, con abundante caudal y, en algunos tramos, bastante profundo. A mitad de camino había una pequeña cascada, de donde nacía un acueducto que iba a parar al pueblo.
A la llegada al pueblo se encontraban ubicados dos grandes lavaderos hechos de piedra, el borde con el ángulo hacia adentro, para facilitar el lavado de la ropa y un techado formado por tejas de barro. Muy cerca de los lavaderos podía verse una fuente de quince caños, donde la gente iba a recoger sus provisiones de agua. En la ribera del río se ubicaba un gran molino de agua, y un poco más lejos, descansaban tres molinos de viento, de enormes aspas, cilíndricos todos ellos, hechos a base de mampostería desigual. Ya dentro del pueblo hallaron un centenar de casas, construidas con barro y piedra, con un pequeño tejado algunas, otras con el techo abovedado, pero todas ellas con grandes ventanales para aprovechar al máximo la luz del Sol. Junto a muchas de estas casas se encontraban extensos corrales, con cabras, ovejas, aves o cerdos en su interior, contando todos con sus bebederos y comederos. En lo alto de un pequeño monte cercano se apreciaba una gran balsa construida enteramente de piedra, con varios canales y acueductos que aproximaban el agua a las zonas de riego. Tevo comprendió qué dos elementos eran imprescindibles en la estructura de Nono: la piedra y el agua. Pero lo que de verdad le dejó sin habla fue la parte natural de la región. La flora y la fauna eran muy parecidas a las de Teloria, sin embargo, allí donde en su país se podía contar un árbol, en Nono contabas más de cien, y si en Teloria veías de vez en cuando un grupo de golondrinas, aquí en Nono encontrabas golondrinas, collalbas, lechuzas, ratones de campo, palomas, cernícalos o cogujadas.
-Todo esto es maravilloso, parece un paraíso. En mi país sólo ves asfalto, hormigón y hierro.
Toussa se le quedó mirando, con sus enormes ojos grises clavándose en su ser. -¿Cómo es Teloria?- preguntó al fin.
-Bueno, es muy distinto. Allí las casas son mucho más grandes, hay miles de coches por las calles y los pocos árboles que se ven están en los parques; la verdad es que en los últimos tiempos hemos tenido problemas de contaminación en el aire y en el agua, aunque buena parte de la culpa la tiene Lijón, allí sí que hay problemas graves. Además, en Teloria tenemos una población mucho mayor, somos cerca de dos millones de habitantes.
-¡Vaya! ¿Y cómo hacéis para acordaros del nombre de tantas personas?
A Tevo le hizo bastante gracia esa afirmación.-No te sabes el nombre de todos, sólo de la gente que conoces. A los demás simplemente los ignoras.
La cara de Toussa hizo una mueca de incomprensión, haciendo después un gesto de lástima.- No me extraña que tengáis problemas.- Después de decir esto, emprendió de nuevo el camino hacia su casa.
Volvieron por el mismo sendero que habían recorrido anteriormente. A medio camino, tras haber permanecido un buen rato callada, Toussa se volvió hacia Tevo y le preguntó:
-¿Qué ocurre en Lijón para que la situación sea tan alarmante?
-Bueno, sus empresas producen a gran escala, con todo lo que ello conlleva- en ese momento, Tevo se acercó a la orilla del río, tomó agua con las manos y se la echó por la cabeza, notando una refrescante sensación de humedad en la nuca.
-¿Y qué fabrican que contaminan tanto?
-Pues todo lo que la gente necesita: ropa, muebles, electrodomésticos...todo eso.
-Ya, pero nosotros también fabricamos lo que nos hace falta y no perjudicamos a nadie- el tono de Toussa comenzaba a sonar malhumorado.
-Pero vosotros sois muchos menos. Además, ellos tienen otro estilo de vida, necesitan otras cosas- Tevo se extrañó por el repentino enfado de su compañera.
-La tierra te da lo que necesitas, el problema es que muchos quieren más de lo que realmente les hace falta- el tono ya pasó de pequeño enfado a profunda irritación.
-Mujer, no te enfades conmigo, yo sólo te explico lo que ocurre, no si está bien o mal.
La cara de Toussa cambió, proyectando un tono de solemne seriedad- Los Azules habéis olvidado quiénes sois- dijo al fin, tras una larga pausa.

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