miércoles, 2 de abril de 2008

Estoria: Día 5.1

Tras tres días de viaje por fin llegaron a Manieva. Esta ciudad era mucho más grande que Nono: situada sobre una gran meseta, Manieva era la ciudad más importante de entre todos los Pueblos Pacíficos. Sus gentes se dedicaban sobretodo a la agricultura, la ganadería y la recolección; sin embargo este pueblo destacaba por su escuela de filósofos y pensadores. De hecho, el resto de pueblos pacíficos enviaban a sus niños para que estudiasen en las escuelas manievas.
Cerca del camino a Nono, desde donde venían Toussa, Tevo y Torhen, se encontraba el bosque de la Fruta Blanca, llamado así porque la mayoría de las flores que allí se encontraban eran blancas o con matices muy claros. El olor les llegó a los viajeros de una forma lejana, pero intensa, dándoles la bienvenida a la ciudad.
Lo primero que se encontraban los que por el camino a Nono llegaban era la Montaña Pico al Cielo, la montaña más grande de todo Pray, de la que nacía el río el Pico, que abastecía de agua al Bosque de la Fruta Blanca, ya que lo atravesaba de punta a punta.
Si seguían por el Camino llegaban a la ciudad de Manieva, pero si torcían su rumbo hacia el este alcanzaban Lacovo, la zona de las escuelas. Era una región muy particular, llena de pabellones con grandes paredes, que servían a la vez de escuela y de biblioteca. En los pueblos pacíficos no utilizaban el papel ni el pergamino, de hecho sólo en Manieva usaban la escritura, por lo que utilizaban las paredes de las escuelas a modo de pizarra. Cada vez que realizaban un descubrimiento cultural de cualquier tipo, lo representaban en una pared, de esta manera los pabellones de Lacovo estaban formadas por enormes murales que guardaban todos los conocimientos de los pueblos pacíficos.
Las enseñanzas solían darse al aire libre, reservándose las clases para los días en los que las condiciones climatológicas no eran propicias o para aquellas sesiones en las que el estudio de los murales se hacía imprescindible.
Un pozo de piedra daba la bienvenida a Manieva a todos aquellos que llegaban desde el camino a Nono; junto a él se encontraba un pequeño bebedero para que los animales pudieran aplacar su sed. La ciudad estaba llena de casas fabricadas con barro, paja y cal, con unos pilares de madera. Muchas de estas casas tenían dos alturas, destinada la más elevada para las habitaciones. Se trataban de casas con una estructura redondeada u ovalada, dependiendo de su tamaño; con una puerta principal hecha de madera y unas pequeñas ventanas de cristal. El techo era de paja, aunque también los había de tejas, hechas a base de arcilla o barro cocido, y de la mayoría de estos techos sobresalía una chimenea que ayudaba a guarecerse del frío a los habitantes de las casas. Tevo observó que ciertas casas tenían el techo de vidrio, de tal forma que de día entraba más luz y por la noche se podían ver las estrellas. Estos techos de vidrio habían sido construidos en Nono por expertos vidrieros, quienes también habían construido las ventanas de todas las casas manievas.

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