miércoles, 2 de abril de 2008

Estoria: Día 5.2

Algunos de los hogares tenían a la entrada un pequeño jardín, rodeado por un muro de piedra de alrededor de un metro de alto; de esta manera evitaban que los animales entrasen en los jardines y, además, resguardaban las flores más delicadas del frío y el viento. Existían otros con un porche habilitado para descansar o simplemente charlar de forma tranquila, donde se podían ver asientos y mesas de piedra o madera, y algunos maceteros para decorar y dar algo más de vida a estos porches.
Junto a algunas casas se ubicaban en muchas ocasiones corrales, que guardaban a gallinas y gallos, cabras, ovejas o vacas. Tenían un suelo cubierto de paja y unos muros hechos exclusivamente de piedras, colocadas una sobre otra; la mayoría estaban tapados por un techo que evitaba que las bestias se vieran expuestas a las inclemencias del tiempo.
En el centro del pueblo se situaba la Zona de Reuniones, formada por unas gradas que servían para que los asistentes al Consejo de Natura pudiesen atender a los oradores sin problemas de visión ni acústicos; para que los políticos tuvieran un lugar para realizar sus mítines en época de elecciones; o simplemente para las interpretaciones teatrales y artísticas. A la espalda de la zona de reuniones se encontraba el mercado, un lugar de encuentro para todos aquellos que quisiesen intercambiar sus productos, que estaba compuesto por un suelo empedrado y un tejado asentado sobre gruesos pilares de piedra y barro. los días de lluvia o excesivo viento se corrían unas lonas de tela que estaban unidas a los pilares y sujetas por cuerdas, y que los días de buen tiempo permanecían recogidas.
También había cinco pozos: uno a pie de cada camino, a la entrada de Manieva; otro en el centro del pueblo; y otro al oeste, cerca del campo de cereales. Dentro ya del pueblo se encontraban situados en puntos estratégicos cuatro aljibes, que almacenaban el agua de lluvia para que ésta sirviera para el consumo humano o animal, y que se extraía mediante cubos o con un mecanismo de bomba de acción manual, dependiendo de la antigüedad de los aljibes. Incluso en algunas casas habían construido un pequeño aljibe en el exterior, al que iba a parar el agua de lluvia caída sobre los tejados gracias a que las cañerías la desviaban hacia ellos.
También había dos lavaderos, uno al este y otro al oeste de la ciudad. El del oeste era algo más pequeño que el del este, de forma rectangular, un techado de estructura muy sencilla y al que acudían los habitantes de la zona oeste o los agricultores. El lavadero del este era mucho más grande, de forma ovalada, que recogía el agua de una fuente cercana y que tenía un tejado mucho más elaborado, con columnas de piedra muy gruesas, y el techo reforzado con pilares de madera que lo atravesaban de forma transversal.

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